Esta colección de objetos utilitarios en cerámica de alta temperatura nace de mi fascinación por los principios que Soetsu Yanagi desarrolla en La belleza del objeto cotidiano.
Quise capturar esa armonía entre forma y función, donde la utilidad cotidiana se convierte en una expresión silenciosa de belleza.
Me inspira la idea de que los objetos ordinarios —los zakki o misceláneos, y los mingu, los "objetos del pueblo"— no solo facilitan nuestra vida diaria, sino que también reflejan la esencia de quienes los usan.
Trabajar con cerámica de alta temperatura me permite crear piezas que no solo sean resistentes y funcionales, sino que también tengan una textura y acabado natural que evoque autenticidad.
En cada línea, en cada imperfección, hay un rastro del proceso manual, una historia implícita que conecta con esa estética que Yanagi celebra: la belleza que surge cuando dejamos que las cosas sean simplemente lo que son.
Mi objetivo es que estas piezas se integren en la vida diaria sin esfuerzo, como objetos silenciosos que acompañan cada momento, haciendo que los actos de la vida cotidiana sean pequeñas ceremonias a la vida diaria.
No son solo utensilios, sino testigos íntimos de nuestra rutina, con la capacidad de recordarnos que la verdadera belleza está en lo útil, lo simple y lo duradero.